IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO
Cada rosa fragante nos está contando los secretos de lo Universal.
Rumi
«EL JARDÍN DORMIDO»
POESÍA: MAHMUD DARWISH
Cuando el sueño la abrazó, yo robé mi mano,
Cubrí sus sueños,
Vi la miel ocultarse tras sus párpados,
Recé por dos piernas milagrosas,
Me incliné sobre los latidos de su corazón,
Vi trigo sobre mármol y sueño.
Una gota de mi sangre lloró,
Temblé…
El jardín duerme en mi lecho.
Fui hacia la puerta
Sin volverme hacia mi alma dormida,
Oí el tintineo antiguo de sus pasos y las campanas de mi corazón.
Fui hacia la puerta
– la llave está en su bolso
y ella duerme como un ángel después del amor-.
Noche sobre lluvia en la calle y ningún ruido
Salvo los latidos de su corazón y la lluvia.
Fui hacia la puerta.
Se abre,
Salgo.
Se cierra,
Mi sombra se desliza tras de mí.
¿Por qué digo adiós?
Desde ahora soy extraño a los recuerdos y a mi casa.
Bajé las escaleras.
Ni un ruido,
Salvo los latidos de su corazón, la lluvia
Y mis pasos sobre la escalera que desciende
Desde sus manos al deseo de viajar.
Llegué al árbol.
Allí, ella me abrazó,
Allí me golpearon los rayos de plata y clavel,
Allí comenzaba su universo,
Allí se terminaba.
Me detuve unos instantes hechos de azucenas y de invierno,
Me marché,
Dudé,
Luego me marché.
Recogí mis pasos y mi recuerdo salado
Y me marché en mi compañía.
Ni despedida ni árbol.
Los deseos se han dormido tras las ventanas,
Todas las historias de amor
Y todas las traiciones se han dormido tras las ventanas,
Y la policía secreta también…
Rita duerme… duerme y despierta sus sueños.
Por la mañana recogerá su beso
Y sus días,
Luego preparará mi café árabe
Y su café con leche.
Me preguntará, por milésima vez, por nuestro amor
Y responderé:
Soy el mártir de las manos que,
Cada mañana, me preparan el café.
Rita duerme… duerme y despierta sus sueños.
– ¿Nos casaremos?
– Sí.
– ¿Cuándo?
– Cuando crezcan violetas
En las gorras de los soldados.
He recorrido las calles, el edificio de correos,
Los cafés de las aceras, los clubes nocturnos
Y las ventanillas de venta de billetes.
Te amo, Rita. Te amo. Duerme, yo parto
Sin motivo, como los pájaros violentos, yo parto
Sin motivo, como los vientos débiles, yo parto.
Te amo, Rita. Te amo. Duerme.
Dentro de trece inviernos preguntaré:
¿Todavía duermes
o te has despertado?
¡Rita! Te amo, Rita,
Te amo…
IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO
Iadyr había aprendido a cultivar unas rosas blancas del desierto.
Un jefe de caravanas viejo y sabio le enseñó el oficio…
El mirto, la azucena, el jazmín lozano y el alhelí tienen gran mérito y con él se enseñorea el jardín.
Pero el mérito de la rosa es aún mayor.
¿Acaso es el mirto otra cosa que aroma que se extingue arrojado al fuego?
La rosa, aun marchita, deja en el aguaperfume que perdura tras de ella.
El mal de la azucena es muy común y tras un instante baja a la tumba.
El jazmín es humilde en sus orígenes, pero su aroma es solemne y orgulloso.
El carácter del alhelí está trastornado, es como un ladrón,se despierta tras la oración de la noche.
La rosa es la señora de los jardines,aunque es sierva de la rosa de las mejillas.
IADYR. EL GIGANTE DEL DESIERTO
Tuareg significa «abandonados», porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: «Señores del Desierto», nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.»
«A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados.
Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.»
IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO.
Me pregunto qué poseo verdaderamente.
Me pregunto qué subsistirá de mí después de mi muerte.
Nuestra vida es breve como un incendio. Llamas que se olvidan,
cenizas que el viento dispersa: un hombre ha vivido.
Omar Khayyam.
IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO
Quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación.
IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO
Iadyr escuchaba a los sabios reunidos en torno al fuego…
«No hables si lo que vas a decir no es más hermoso que el silencio»
IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO
El hombre que no sabe sonreir, no debe abrir tienda.
Proverbio árabe
IADYR, EL GIGANTE DE LA HISTORIA
¡Cuántas lluvias de largueza han caído para que el mar distribuyera perlas! ¡Cuántos soles de generosidad han brillado para que las nubes y el mar aprendieran a ser tan espléndidos!
Rumi
IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO
En el reino del alma hay cielos que dominan al cielo de este mundo.
Rumi
IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO
Mientras el sediento busca agua, el agua está también buscando al sediento.
Rumi
IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO
Aunque los caminos de la búsqueda son numerosos, la búsqueda es siempre la misma.
Rumi
IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO
Cada momento se precipita hacia nosotros desde todas partes
la convocatoria del Amor.
¿Quieres venir con nosotros?
No es momento para quedarse en casa,
sino para salir y entregarse al jardín…
Rumi
IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO
“El corazón del hombre es un instrumento musical, contiene una música grandiosa. Dormida, pero está allí, esperando el momento apropiado para ser interpretada, expresada, cantada, danzada. Y es a través del amor que el momento llega.”
Rumi
IADYR EL GIGANTE DEL DESIERTO
Deja tus preocupaciones
y ten un corazón completamente limpio,
como la superficie de un espejo
que no contiene imágenes.
Rumi
IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO
El corazón tiembla ante el amor,
como si sintiera la amenaza de su fin.
Porque allí donde despierta el amor,
muere el Yo, ese oscuro déspota.
Rumi
IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO
Sin miedo
En vista del amor, el miedo es tan insignificante como un solo cabello:
en la ley del amor, todo es ofrecido como un sacrificio.
Rumi
IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO
«El árbol que andas buscando a veces se llama “sol”, o también “lago”, o “nube”. Pero también puedes llamarlo “mar”, “arena” o “viento”. En cada uno de ellos encuentras el árbol de la vida.
Lo que te ha engendrado está producido por otro, y así sucesivamente. Lo que tú llamas “padre”, para otro es “hijo”. Si te atienes a los nombres pierdes de vista el Uno. Los nombres son muchos, mientras que el Uno es único. Ese es el árbol que estás buscando. Te has tomado tu misión al pie de la letra, por eso has fracasado. Así fue como descubrió las raíces del árbol, buscando en su propio corazón».
Rumi
IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO
Deja que tu oración sea solamente alabanza, no el pedirle a Dios que pase algo, o que no pase.
Rumi
IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO
Una persona no está enamorada si el amor no ilumina su alma.
Rumi
IADYR. EL GIGANTE DEL DESIERTO
Sobre el matrimonio…
De nuevo Almitra preguntó: ¿qué piensas del
matrimonio?
Y él contestó:
Juntos habéis nacido y seguiréis así para
siempre,
Aún cuando las blancas alas de la muerte
disipen vuestros días,
Y juntos, también, en la memoria de Dios.
Mas permitid que haya espacios en vuestra
unión,
Y dejad que los vientos dancen entre vosotros.
Amaos el uno al otro, mas no hagáis del
amor una prisión:
Es preferible que sea un inquieto mar entre
las playas de vuestras almas.
Llenad el uno al otro la copa, mas no bebáis
de una sola.
De vuestro pan convidaos, empero, no comáis
de la misma hogaza.
Cantad y danzad juntos, y sed alegres, pero
dejad que cada uno esté solo,
Como lo están las cuerdas de un laúd, a pesar
de estremecerse con la misma música.
Ofreceos el corazón, pero que cada cual
sea su fiel guardián,
Porque únicamente la mano de la Vida puede
contener vuestros corazones.
Y erguíos juntos, mas no muy próximos:
Las columnas del templo se plantan firmes y
separadas,
Y el encino y el ciprés no crecen uno a la
sombra del otro.
Khalil Gibran
IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO
Un Maestro dejó a uno de sus discípulos un arrozal para que lo cuidara durante tres años. Cuando el primer año llegó a su término, el Maestro fue a ver el campo y la cosecha había sido muy buena, puesto que el discípulo había provisto a la tierra del agua que necesitaba. Transcurrió otro año, y resultó que la cosecha fue más abundante que la anterior, puesto que el joven había abonado convenientemente el campo. Cuando el tercer año finalizó, el Maestro se dirigió al arrozal para ver los resultados obtenidos. Pero resulta que el discípulo, entusiasmado con lo producido en el año anterior, abonó demasiado la tierra que dio muchísimo arroz pero tan pequeño y frágil que no servía para comerciar con él. En realidad, fue una cosecha inútil, y el trabajo realizado no dio ningún fruto.
Entonces el Maestro dijo a su discípulo: «Así pasa con las personas. Fortaleces a alguien cuando le ayudas un poco. Pero si le ayudas demasiado, lo debilitas. »
IADYR, EL GIGANTE DEL DESIERTO
¿Buena suerte o mala suerte?
Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una casita del campo. Se dedicaba a trabajar la tierra y tenía un caballo para la labranza y para cargar los productos de la cosecha, era su bien más preciado. Un día el caballo se escapó saltando por encima de las bardas que hacían de cuadra. El vecino que se percató de este hecho corrió a la puerta de nuestro hombre diciéndole:
-Tu caballo se escapó, ¿que harás ahora para trabajar el campo sin él? Se te avecina un invierno muy duro, ¡qué mala suerte has tenido!
El hombre lo miró y le dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.
Pasó algún tiempo y el caballo volvió a su redil con diez caballos salvajes con los que se había unido. El vecino al observar esto, otra vez llamó al hombre y le dijo:
-No solo recuperaste tu caballo, sino que ahora tienes diez caballos más, podrás vender y criar. ¡Qué buena suerte has tenido!
El hombre lo miró y le dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.
Más adelante el hijo de nuestro hombre montaba uno de los caballos salvajes para domarlo y calló al suelo partiéndose una pierna. Otra vez el vecino fue a decirle:
-¡Qué mala suerte has tenido! Tu hijo se accidentó y no podrá ayudarte, tu eres ya viejo y sin su ayuda tendrás muchos problemas para realizar todos los trabajos.
El hombre, otra vez lo miró y dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.
Pasó el tiempo y en ese país estalló la guerra con el país vecino de manera que el ejército iba por los campos reclutando a los jóvenes para llevarlos al campo de batalla. Al hijo del vecino se lo llevaron por estar sano y al de nuestro hombre se le declaró no apto por estar imposibilitado. Nuevamente el vecino corrió diciendo:
-Se llevaron a mi hijo por estar sano y al tuyo lo rechazaron por su pierna rota. ¡Qué buena suerte has tenido!
Otra vez el hombre lo miró diciendo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.
Taller de narración oral, cursos y talleres de narración, cultura árabe, cuentos árabes, Pedro Parcet, ESSENNA